ESTEBAN, señalado por sus virtudes, recibió de los Apóstoles misión de organizar las comidas destinadas a los pobres. Obraba tan estupendos milagros ESTEBAN, que los judíos de cinco sinagogas le citaron al Sanedrín (Intr.).
JESÚS había dado en rostro a los Judíos “el haber matado y apedreado a los Profetas” (Ev.); ESTEBAN, a su vez, dirigiéndose a sus jueces les declara que, al crucificar a CRISTO se habían mostrado dignos hijos de sus mayores, asesinos de los enviados de DIOS. El Santo Diácono levanta entonces los ojos al cielo y dice: “Veo al Hijo del Hombre de pie a la diestra de DIOS”. Hermoso testimonio de la Divinidad (divino-humanidad) de ese Niño que veneramos en el pesebre. Al oír aquello los Judíos, y realizándose una vez sobre ESTEBAN, y le apedrearon”, mientras que él, de rodillas, entregaba su santísima alma a JESÚS (Ep.), y perdonaba a sus verdugos.
Siendo ESTEBAN el primer MÁRTIR de CRISTO, justo parece también que se presente el primero en el glorioso cortejo de los Santos que rodean la cuna del Salvador.
A imitación suya, procuremos amar de veras a los que nos hubieren causado algún mal (Or.), y estemos dispuesto, como él, a devolver a JESÚS recién nacido hostia por hostia, vida por vida.
Danos, Señor, la gracia de imitar lo que veneramos, a fin de que aprendamos a amar a nuestros enemigos.
JESÚS había dado en rostro a los Judíos “el haber matado y apedreado a los Profetas” (Ev.); ESTEBAN, a su vez, dirigiéndose a sus jueces les declara que, al crucificar a CRISTO se habían mostrado dignos hijos de sus mayores, asesinos de los enviados de DIOS. El Santo Diácono levanta entonces los ojos al cielo y dice: “Veo al Hijo del Hombre de pie a la diestra de DIOS”. Hermoso testimonio de la Divinidad (divino-humanidad) de ese Niño que veneramos en el pesebre. Al oír aquello los Judíos, y realizándose una vez sobre ESTEBAN, y le apedrearon”, mientras que él, de rodillas, entregaba su santísima alma a JESÚS (Ep.), y perdonaba a sus verdugos.
Siendo ESTEBAN el primer MÁRTIR de CRISTO, justo parece también que se presente el primero en el glorioso cortejo de los Santos que rodean la cuna del Salvador.
A imitación suya, procuremos amar de veras a los que nos hubieren causado algún mal (Or.), y estemos dispuesto, como él, a devolver a JESÚS recién nacido hostia por hostia, vida por vida.
Danos, Señor, la gracia de imitar lo que veneramos, a fin de que aprendamos a amar a nuestros enemigos.
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