A Isabel la
Católica , en cambio, no puede hacérsele el menor reparo; no
se le puede dirigir la crítica más leve, porque todo lleva en ella, al menos en
lo que se refiere a las proyecciones de su genio sobre el destino de América,
la perfección propia de las cosas superiores.
Editó: Lic.
Gabriel Pautasso
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