lunes, 24 de noviembre de 2008

24 de noviembre: San Juan de la Cruz, Confesor y Doctor


SAN JUAN DE LA CRUZ es el Doctor místico por excelencia.
Nació en 1542. Carmelita y reformador de su Orden, con SANTA TERESA, sufrió muchas contrariedades en su empresa. Pocos como él han conocido y vivido la ciencia de los Santos y nadie ha penetrado más hondo en los arcanos de la vida interior. Su Subida al Monte Carmelo, la Noche oscura del alma, El Cántico Espiritual, etc., son joyas metafísicas de la mística y a la vez ricos tesoros de la literatura castellana. Murió en 1591 y S. S. PÍO XI le declaró Doctor de la Iglesia Universal.
Poco después de SAN TERESA DE ÁVILA, la gran reformadora del Carmelo, honra la Iglesia a SAN JUAN DE LA CRUZ, su auxiliar infatigable en la ardua empresa que ambos acometieron, pues por él pudo introducir la primitiva observancia entre los frailes de la Orden, como ella la había impuesto a las mujeres.
JUAN, al decir de la misma Santa, era una de las almas más puras que en la Iglesia había; y Dios le comunicó grandes raudales de luz, hinchando su entendimiento con la ciencia de los Santos (Int.). Nacido en 1542 en Ontiveros (prov. de ÁVILA), corazón de Castilla la Vieja, ingresó en la Orden carmelitana. Su virtud dominante fue una perfecta abnegación de sí mismo, que le hacía andar en busca del sufrimiento y de la humillación (Or.). Su divisa fue: ¡Señor, padecer y ser despreciado por Ti! Y Dios le oyó, pues la Reforma del Carmelo le costo grandes sinsabores. Cayó por fin gravemente enfermo en Úbeda, donde murió por los años 1591.
SAN JUAN DE LA CRUZ, el doctor místico por excelencia, y su Subida al Monte Carmelo” y sus inspiradísimas poesías le colocan para siempre en un lugar preeminente entre los clásicos castellanos. Lo que SANTA TERESA enseña acerca de la vida espiritual con esa frase tan natural, tan descuidada, tan encantadora, tan suya, SAN JUAN DE LA CRUZ expone en forma más científica, “racional”, con estilo castizo y orientación certera. Quien quiera aprovechar en la vida espiritual de unión con Dios no puede menos de leer sus incomparables escritos, y leerlos con sosiego.
¡Bendito SAN JUAN DE LA CRUZ! Haz que si no nos proponemos por divisa “EL PADECER Y SER DESPRECIADOS POR CRISTO”, al menos llevemos con buen ánimo la cruz que pluguiere a Dios enviarnos. Ruega también por la benemérita Orden carmelitana para que guarde siempre el espíritu sobrenatural tan macizo que tanto trabajaste por inocularle.

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus

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